Saturday, September 24, 2005

Primera entrada

Y ahora es cuando debería escribir algo formidable y maravilloso, que retuviera a quien osara asomarse a este proyecto de mira-como-soy.

Después de devanarme los sesos la última media hora imaginando un título y un nombre que pudieran servir al menos de presentación, ahora estoy preguntándome quién demonios habrá escogido todas mis primeras opciones para titular este rincón y a mí mismo.

Yo quería ser Tom Baxter, de los Baxter de Chicago, aventurero, explorador..., pero un cibernético alguien se me ha adelantado y ahora navega por estas procelosas aguas con mi nombre perdido por bandera. Sí, me gustaría conocer a ese desconocido ser, quisiera devolverle a la pantalla. De hecho, quiero ser el único Tom Baxter salido de las pantallas, y ahora me tengo que conformar con ser el pequeño Tommy...

¿Y qué decir del resto de mis primeras opciones...?. ¿Pero es que hay alguien como yo, después de todo...?

Hace tiempo que vivo dentro de La Rosa Púrpura de El Cairo. Para los que ansiamos escapar a esta realidad triste y aburrida, para quienes deseamos con todas nuestras fuerzas encontrarnos en cualquier esquina con el gato de Cheshire y todo lo que ello significa, para los que odiamos, cada vez con más fuerza, los convencionalismos y las mentes obtusas y comunes, para quienes deseamos, ya sin esperanza, un atisbo de inteligencia en la mirada de nuestros - oh, sí, lo son- congéneres, para quienes fingimos apoyarnos en las paredes pero en realidad sólo las tocamos, por miedo a que se caigan por desearlas de cartón-piedra, para quienes ya no toleramos la defunción de lo que verdaderamente merece la pena, para quienes despreciamos las conversaciones banales y la permanente presencia de la falsedad y del cinismo, para todos aquellos que se sienten solos en medio de la multitud; para todos nosotros, ésta película.

A veces me encantaría que sobreviniera otro crack. Un crack sería el fin de todas las cosas para esos tipos ávidos de dinero y con ojillos de ratón, codiciosos. Se tirarían por la ventana. Además, siempre es bueno de cuando en cuando un desplome total. Pero resurgiríamos igual de las cenizas.
Aquella, con todo, es una época fascinante para mí. En épocas de penuria hay abrazos más intensos, y los besos son más sentidos porque no tienes nada y no encuentras ninguna razón para no compartir con quien te lo pida un buen trago de Loch Lommond. Y todo está por reconstruir, y hay una fuerza enorme en el pueblo, debajo de esa pátina de desoladora tristeza. Y también hay, porque no puede no haber, ruidos de pasos inquietantes, rápidos, y disparos indiscriminados, ráfagas de odio y gorras ladeadas y miradas de pícaros con las manos en los bolsillos y un cigarrillo entre los labios en un callejón cualquiera y oscuro. Vean las fotos de Nueva York de Jacob A. Riis. Y, claro, siempre siempre a Lewis Hine.

(Esa fuerza latente, propiamente suya, es la que les hace ser quienes son, e intuirla, es la mejor forma de saber que volverán a levantarse. Y me alegraré por quienes ahora se alegran de su desdicha, embutidos, además, en horribles atuendos típicamente americanos.Coherentes les llaman)

La seducción de la fantasía es lo que nos mantiene vivos. O también lo único que nos queda, pero no quiero entristecerme. No quisiera dejar de hablar del último plano del film. Al final, mientras Cecilia ve Sombrero de copa (Top hat, Mark Sandrich, 1935) , la pantalla del cine nos devuelve nuestra propia mirada. Si han visto ese plano sabrán de qué les hablo. Y si no, probablemente les dará igual.
Creo que era el epitafio de Mahler: "Aquellos que me conozcan sabrán que he existido. Los demás, no tienen necesidad de saberlo".
Dicho esto, si algo dije, me despido hasta otra. Mi querido Paul estará esperándome para empezar a preparar la noche. Quisiera llevar a mi Cecilia a un night-club con piano de cola, y tocar para ella toda la noche. Uno de esos night-club ocultos en la trastienda de una librería. Hum, a ver qué se puede hacer. Y, por cierto, espero que no me esté persiguiendo desesperadamente el actor que me interpreta. Y claro, que Cecilia no se quede al final en el patio de butacas..


Y entiendes a Cecilia, cómo no..., entrando cada día a ver la misma película, huyendo de su triste destino para respirar, durante un par de horas, la fragancia feliz de la alta sociedad de Manhattan. Los personajes se liberan del celuloide, hay muchos yos por todo el país y sin embargo una sola Cecilia. ¿Por quién han salido los demás?.



«CECILIA: –Verás... Aquí la gente envejece y muere y... y nunca encuentran el verdadero amor. TOM BAXTER: –De donde yo vengo las personas nunca te desilusionan. Son consecuentes, siempre puedes contar con ellos.CECILIA: –Así no encontrarás a nadie en la vida real.»


Bienvenidos al club de los imposibles. Que les vaya bien bonito.